Últimamente se habla mucho de luchar por los sueños, y la gente de a pie o bien se deprime porque no tiene un sueño por el que luchar, o bien se pone a ello así mismo, a pelo, sin arnés ni nada de nada.
Bueno, por supuesto existen más opciones: tener un sueño: no cumplirlo nunca y vivir creyendo que de haberlo cumplido se hubiese sido mucho más feliz. Esta última opción es la más perversa de todas… Aunque, ahora que lo pienso, la opción de ponerse manos a la obra, cumplir el sueño y descubrir que ni con esas se es feliz, tampoco tiene desperdicio.
Fragmento del libro Mi único sí, diario que me ha acompañado estos meses, y que publicaré cuando termine con el tratamiento
Estoy de acuerdo que tener objetivos por los que luchar es importantísimo para seguir adelante, para conseguir cosas en la vida, para sentirse satisfecho.
Sin embargo, nos venden, o nosotros nos hemos creído (que parece que la culpa siempre es de los demás) que en esta vida hay que aprender a volar, y yo, como persona humana, como diría mi hijo, y como psicóloga, no lo tengo tan claro.
Para empezar, no entiendo muy bien a qué se refieren las frases bonitas, o motivacionales, con lo de echar a volar. Pero bueno, quitando este punto, creo que muy importante mantenerse dentro de la realidad para realmente conseguir objetivos. Cuando nos posicionamos fuera de la realidad sufrimos, (de esto también hablo largo y tendido en mi diario de curación).
¿Qué es posicionarse fuera de la realidad? Pues bien, yo diría que decir que puedo volar sin más artilugios que mi cuerpo serrano, es estar fuera de la realidad, y si lo intento mil veces, me frustraré. Recuerdo un día cuando mi hijo tenía sólo tres años y subimos a un castillo. Mirando desde una almena al cielo y con cara de ilusión, me preguntó “mamá ¿yo puedo volar?”. Se me pusieron los pelos como escarpias.
Ya sé que esto es evidente, he querido empezar por lo indiscutible, pero es que creo que tampoco se puede volar siempre de manera metafórica.
Ahora bien, decir que mi vida es una castaña, y que no la puedo cambiar haga lo que haga, es también estar fuera de la realidad, porque si hay algo cambiante en este mundo, es el rumbo de la vida en casi todas las situaciones.
El tema está en que los pesimistas, que por lo tanto también se sitúan fuera de la realidad (porque no es cierto que si algo puede salir mal, saldrá mal), se hacen llamar a sí mismos realistas.
Para mí, la realidad es maravillosa, que no perfecta, (nunca perfecta), ni tal y como nosotros deseamos. Y esta vida, la de verdad, no la que soñamos cuando queremos huir de nuestro día a día, ni la catastrófica que anticipamos cuando se nos va la olla, puede ofrecernos grandes momentos si sabemos verlos, como puede ser el simple hecho de disfrutar de un paseo por el parque con el niño…¡o de un buen plato de lentejas con chorizo!