Blog Escritura

Yo escribo para olvidar y aprender ¿Tú?

Ya lo digo en mi perfil de twitter, soy experta en “fracasos”, propios y ajenos, y en volver a empezar y ayudar a la gente a hacerlo (porque ¿qué es el fracaso?)….El caso es que no me importa, en realidad volver a empezar me gusta, lo que no me gusta son las razones por las que tengo que hacerlo de vez en cuando.

Una de ellas soy yo, pero eso lo dejo para otro momento.

Otra de ellas fue la crisis, que me puso de patitas en la calle, así que me puse a escribir, y de ahí surgió una novela que publicaré en breve.

Y otro momento es este, en el que estoy siendo tratada por un cáncer de mama, y como el tema “se me alarga”, está saliendo otro libro de todo esto. Esta vez no pienso esperar ocho años para publicarlo, me lo prometo a mí misma, aunque vuelva a la vorágine de siempre y la rutina y el estrés se me coman por los pies.

¿Por qué digo yo esto?

Porque en la sesión número catorce, o quince, no lo sé, de quimioterapia, yo sólo quería ir a la doctora a decirle que por favor acabáramos ya con este proceso tan horroroso, pero al ser consciente de que aquello no era posible, me puse a escribir sobre ello y así paliar mi frustración y cansancio, y en aquella sentada aprendí que si yo tengo que acabar con este proceso tan odioso, entonces, tengo que acabar con otras cosas que empecé y nunca terminé, pero que SI me gustan. Escribir mis libros, novelas, pensamientos, etc… es una de ellas, y aquí me tienes, gracias a aquel aprendizaje que surgió escribiendo bajo los efectos de la quimioterapia.

De ahí me surge que escribir es muy terapéutico (¡Qué lista soy! Como si no lo hubieseis dicho vosotros ya quinientas veces) Así que voy a escribir tres cosas sobre el tema, más como psicóloga que como escritora, así yo misma aprenderé a conseguir ese efecto, y de paso lo comparto con vosotros.

  • Se puede escribir la historia como uno quiera: tal cual es, o cambiándola por completo, pero de manera que uno, en el fondo, sabe de qué y de quién estás hablando. Al plasmarla fuera, parte de ella, con sus emociones y otros detalles, se quedan también fuera, disminuyendo así la intensidad de nuestras emociones al recordarla.
  • Si lo que nos perturba ya pasó, la segunda opción (cambiarla por completo) es más divertida, porque se puede poner marcha esa parte creativa que todos tenemos, y que hará que además de soltar lo que queremos soltar, el resultado sea muy entretenido, además de conseguir que la visión de lo ocurrido cambie.
  • Si lo llevo a un extremo, me parece muy interesante hacer de algunas situaciones desagradables una parodia. Con ello consigo quitarle hierro en mi cabeza, y al final me resulta muy sanador y divertido.

Ahora bien, entiendo que puede que lo ocurrido sea realmente grave. En mi caso, por ahora, no ha llegado la sangre al río, pero no siempre he tenido tan claro que eso no fuese a ser así. En esos momentos no tenía ni pizca de ganas de hacer de ello una parodia, tampoco creo que ciertos temas sean para ello, en estos casos lo encaro de otra manera:

  • Una: escribir aquello que me cuesta asimilar tal y como ocurrió, pero cambiándole el final en mi historia. Puedo escribirla varias veces y buscarle finales diferentes, que aunque yo sé que no son los reales, me ayudan a asimilar lo ocurrido.
  • Dos: escribirlo sacando de todo ello lo que he aprendido. Si aún no sé qué he aprendido, dejo fluir mi relato, añado pensamientos, anécdotas que me surgen al hilo de lo que escribo, aunque me saquen del asunto inicial, y al final, como por arte de magia, llega el aprendizaje. Cuando digo aprendizaje me refiero a algo de lo que ahora soy consciente, y que antes puede que supiera de palabra, pero no en mis carnes. Todos somos expertos en decir frases bonitas, para mí no se trata de eso, se trata de aprender de verdad, de ese aprendizaje que hace que a partir de ahora te comportes de manera diferente, o lo veas todo desde otra perspectiva.
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